Cuando formamos una familia, todos tenemos en mente nuestro ideal perfecto… a veces esta “fotografía” nos frena en decisiones que son “imposibles” de acuerdo a nuestra expectativa.
stamos en un momento en que cada año aumentan los porcentajes de divorcios en México, por eso surge con frecuencia la pregunta “cuando la relación comienza a flaquear seriamente, ¿es mejor terminar esta historia con el temor de traumatizar a los niños o mantener la relación a toda costa para evitarles el sufrimiento de una separación?”
¿Por qué permanecer juntos por los niños?
Hay muchas razones para no separarse cuando surgen malentendidos, aunque, como señalan los especialistas:
Las parejas se mantienen unidas en parte por los hijos. Muchos temen cuestionar los hábitos de vida y la facilidad de la vida cotidiana en la que se encuentran. Para algunos, el divorcio es inconcebible.
Principalmente, esta situación entra en conflicto con la imagen tradicional de la familia. Mientras ellos mismos provengan de una pareja de padres divorciados y hayan sufrido esta situación, la tentación es grande de no querer hacer pasar a sus hijos por lo que ellos mismos han soportado. Además, la separación significa a veces exponerse a dificultades financieras. Sin embargo, no queremos que los niños sufran no sólo el trauma de la separación (y la culpa que ésta genera), sino también el deterioro de su nivel de vida como resultado de esta situación.
La elección de quedarse se explica también por el miedo a ver menos a los hijos o, por el contrario, a tener que cuidarlos solos.
Pero si profundizamos un poco más, podemos ver que a veces proyectamos en nuestros hijos, nuestro propio miedo a la separación y el hecho de que tenemos que cuidarnos y asumir la responsabilidad de nosotros mismos. Esto nos devuelve a nuestra falta de autonomía emocional.
Por todas estas buenas razones, podemos estar tentados a esperar que las cosas mejoren algún día o que podamos hacer frente a la situación. Aunque el sufrimiento que experimentan los niños cuando sus padres se separan, la elección de permanecer juntos cuando ya no son felices es un sacrificio que tiene un precio.
¿Permanecer juntos a toda costa?
En primer lugar, es importante saber que, independientemente de lo que hagas para tratar de ocultar a los niños los malentendidos y los conflictos, los niños tienen un sexto sentido que les hace percibir que no son felices juntos. Excepto que no tienen los elementos y mucho menos la madurez, para entender lo que pasa entre ustedes. Cuando sienten el conflicto que te impulsa (y esto es especialmente cierto en el caso de los niños pequeños) piensan que son responsables de ello. Siempre que les quede claro que si permanecen juntos es por (o debido a) ellos, les hace cargar con la responsabilidad de su propia desgracia.
Llevan esta culpa y llegan a pensar que si no estuvieran allí, probablemente serías más feliz.
Si son llevados a vivir en un clima de conflicto permanente, puede convertirse rápidamente en algo muy agotador para ellos. Algunas personas a veces testifican a posteriori que aunque la separación de sus padres fue una prueba para ellos, lamentan que no haya ocurrido antes.
Separarse nunca es fácil y a menudo resulta muy culpable cuando se tienen hijos. Todas las parejas pasan por períodos de crisis. Pero cuando el vínculo se degrada hasta el punto de que seguir viviendo juntos carece de sentido, mantener la relación a toda costa, para proteger a los niños, les hace cargar con una gran responsabilidad.
Si la decisión de irse o quedarse es demasiado difícil de tomar, la intervención de un profesional en la relación de pareja puede ser útil para ayudarle a madurar esta elección hasta que pueda tomar las medidas que considere correctas y adaptadas a su situación. Ya sea en el sentido de seguir viviendo juntos o en el sentido de la separación pero en ambos casos, con la preocupación de perdonar a los hijos manteniéndolos en su lugar como hijos, no involucrados en el conflicto de sus padres.